Bonsái Ficus nerifolia (F. salicaria): guía completa con calendario y trucos

Bonsai de ficus nerifolia

El Ficus nerifolia, también conocido como Ficus salicaria o Ficus salicifolia, es una de esas especies que fascinan a muchos bonsaístas por sus hojas largas y estrechas que, al agruparse, recuerdan pequeños ramilletes. Esa característica lo convierte en un candidato ideal para formar copas frondosas y muy densas, algo que en bonsái siempre resulta atractivo.

En mi caso, aunque tengo varios ficus en mi colección, nunca me he decidido a incorporar un nerifolia. El motivo es sencillo: se trata de una especie tropical que no tolera bien el frío, y ya tengo suficientes árboles que proteger cada invierno como para añadir otro a la lista de los delicados. Aun así, su estética me sigue llamando mucho la atención y no descarto tenerlo en el futuro.

Índice

Origen y rasgos principales

El Ficus nerifolia pertenece a la familia de las Moráceas y es originario de regiones tropicales y subtropicales. Su crecimiento es vigoroso y se adapta bien al cultivo en maceta, algo que lo ha hecho popular como bonsái, especialmente en climas cálidos.

Su hoja es estrecha y alargada, con un porte elegante que contrasta con otros ficus de hojas más redondeadas. Además, en condiciones de humedad alta puede desarrollar raíces aéreas, lo que le da un carácter muy especial y permite trabajar estilos espectaculares que recuerdan al clásico baniano.

Ubicación, luz y temperatura

Estamos ante una especie que disfruta del calor y la luz abundante. Durante la primavera y el verano agradece estar en el exterior, expuesto a pleno sol, lo que favorece tanto su crecimiento como la reducción natural del tamaño de sus hojas. Sin embargo, no soporta bien las temperaturas por debajo de los 12 °C, por lo que en zonas frías necesita protección en invierno.

Muchos aficionados lo trasladan a un invernadero frío, una terraza cerrada o incluso a una habitación luminosa dentro de casa. Esa necesidad de cuidados extras en invierno ha sido precisamente lo que me ha echado para atrás a la hora de incorporarlo, ya que con otros ficus ya invierto bastante tiempo en protegerlos de las heladas.

Riego, sustrato y abonado

Como buen ficus, el nerifolia agradece un riego regular, abundante en verano y más moderado en invierno, siempre dejando que la capa superficial del sustrato se seque ligeramente entre riegos. No conviene dejarlo seco durante largos periodos, pero tampoco tolera el encharcamiento prolongado.

Un sustrato drenante con akadama y pomice, combinado con un poco de materia orgánica, funciona muy bien para mantenerlo equilibrado. El abonado debe aplicarse de manera constante en primavera y verano, con una pausa en invierno cuando el árbol reduce su actividad.

Técnicas de formación y estilo

El nerifolia es un ficus agradecido para trabajar, ya que responde bien a la poda y al pinzado. La clave para conseguir esa copa frondosa que tanto me gusta está en el pinzado frecuente de los brotes jóvenes, lo que estimula la ramificación y aumenta la densidad.

Sus ramas son bastante flexibles en estado juvenil, por lo que el alambrado no presenta grandes dificultades si se retira a tiempo. También es posible realizar defoliados parciales para mejorar la ramificación, aunque hay que tener cuidado de no debilitar el árbol en exceso.

Entre los estilos más recomendados para esta especie destacan el moyogi o vertical informal, el hokidachi o estilo escoba y, por supuesto, el estilo baniano con raíces aéreas que transmiten la esencia tropical de este ficus.

Calendario estacional de trabajo

En primavera es el momento idóneo para trasplantar, podar ramas estructurales y empezar el abonado. Durante el verano, el árbol está en pleno vigor, por lo que conviene intensificar los pinzados y controlar el riego para que nunca se quede seco.

El otoño permite un último abonado de refuerzo y pequeñas podas de limpieza. En invierno, en cambio, el trabajo se centra en protegerlo del frío y moderar los riegos para evitar pudriciones.

Problemas y soluciones

El mayor enemigo del nerifolia es el frío. Las heladas pueden dañar seriamente sus hojas y ramas, por lo que lo más seguro es no arriesgarse y protegerlo siempre que la temperatura baje de los 12 °C. En cuanto al riego, el exceso de agua en invierno puede provocar problemas de hongos en las raíces, algo que se previene con un sustrato bien aireado.

Como otros ficus, puede ser atacado por cochinilla y pulgón, aunque con tratamientos preventivos suaves como el jabón potásico o el aceite de neem suelen mantenerse bajo control.

Inspiración y conclusión

El bonsái Ficus nerifolia es un árbol que combina vigor, facilidad de modelado y un aspecto elegante gracias a sus hojas estrechas. Es especialmente atractivo para quienes buscan crear copas frondosas y densas que transmitan fuerza y naturalidad.

Yo, por ahora, sigo admirándolo desde la distancia, porque sé lo exigente que puede ser su cultivo en zonas frías. Sin embargo, cada vez que veo un ejemplar bien trabajado con su copa tupida y sus raíces aéreas, siento que tarde o temprano acabará teniendo un lugar en mi colección.

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